La década de los sesenta estuvo marcada por trajes de flamenca con mucho movimiento, puesto que durante los años cuarenta y cincuenta, éstos seguían siendo batas de faena adornados con pequeños volantes al hilo. Fue la década donde se comenzó a marcar la silueta femenina sin complejos. Los talles se empezaron a ajustar, se añadieron los escotes pronunciados en el delantero, y en la espalda de pico. Por aquel entonces el estampado de lunares era toda una novedad que destacaba entre los “favorecedores” tejidos lisos.
El ancho de los volantes no excedía los veinte o treinta centímetros, las flamencas más modernas los lucían cortados de capa, sin perder fidelidad con su popular origen. Y es que desde los años veinte, el traje de flamenca sufría su primera progresión documentada. No encontramos mención al popular atuendo que hoy en día desata pasiones hasta 1928, año en el que un 20 de Abril aparece en El Correo una crónica descriptiva sobre los diferentes aspectos de la Feria, firmada por KAHO. En ésta, el popular cronista los designa por primera vez como “trajes de faralaes” y no como batas de volantes.
La técnica del fotograbado se estrenaba en los talleres de impresión de El Correo, y gracias a ello, el primer documento gráfico que tenemos sobre el traje de flamenca data del 21 de Abril de 1928. Tras la guerra, no es hasta 1940 cuando recuperamos algunas reseñas, y por primera vez en publicidad, el atuendo se usa como reclamo. Durante esta época, los hombros de las mujeres siempre fueron cubiertos por mantillas claras. Pero, desde mi punto de vista, la revolución del traje de flamenca se produjo en la década de los setenta.
Los trajes de faralaes se convierten en amplias faldas, con un novedoso vuelo. Los volantes que antes se cortaban al hilo para adornarlas se desechan, y las faldas se dejan vistas, incluso se adornan al final de amplios volantes. Las caderas se dejan de marcar, y los escotes ganan importancia. Adornos como las cintas de raso rizadas o las carruchas de colores se vuelven imprescindibles. Este hecho hace que la moda flamenca de los setenta no se parezca en nada a la de diez años atrás, por lo que podemos decir que, es el primer gran cambio del atuendo.
Los ecos de él ya se escuchaban en 2011, cuando el diseñador onubense Cristo Báñez presentaba “Mía”, una colección donde las faldas de nejas o nesgas abiertas eran protagonistas, las volvió a utilizar en 2012, como marco para una colección de aires rocieros. La veterana Lina siempre las utilizó en sus colecciones como básico de la mujer de camino, incluso incluyéndolas en sus propuestas más novedosas como pudimos ver en su colección “La Gata rosa” en 2014.
Hoy en día, los diseñadores más jóvenes se encaminan a seguir la tendencia de los setenta, y este corte está más de moda que nunca. Ya durante la última edición de la pasarela Wappissima pudimos ver las propuestas de los talentos emergentes. Incluso para los que seguís las redes, podéis ver como el diseñador José Raposo interpreta la falda de nesgas abiertas de mil maneras. En la última edición de We Love Flamenco vimos como Cañavate usaba la falda en versión dos piezas, recordándonos viejos atuendos de baile, de igual modo ocurría con María de Gracia en “Casa Costus” aunque con el punto ochentero de una década posterior.
Pero, sin duda alguna, fue Pedro Béjar quien despertó nuestros sentidos en la última edición del Concurso de Jóvenes Noveles en el Salón Internacional de Moda Flamenca. De su atrevimiento y amor por este corte han nacido varias interpretaciones, y ojo, porque se postula como tendencia para la próxima temporada flamenca.
Y tú, ¿Te apuntarías a la tendencia?
Paa bailar y moverse son los más cómodos, da pena ver a esas mujeres que andan como japonesas de lo ajustados que llevan algunos vestidos y encima encaramadas en tacones imposibles asi que… viva la comodidad y si favorece pues mejor. Yo tengo un vestido de este estilo que pensaba regalar pero visto lo visto me lo pondr este año.
El traje de la firma Flamenka me parece una preciosidad. Me lo pondría sin dudar un momento.
Este estilo de traje lo encuentro cómodo y favorecedor – pero ¿qué traje de flamenca no lo es? – y me encantan esas faldas…
Y este es un mensaje para el comentario de Carmen: Si al final piensas regalarel traje, Carmen, yo estoy dispuesta a “sacrificarme” por ti… jajaja. En serio, que no tengo ninguno de ese estilo
Para bailar, sin duda alguna son la mejor opción. Mi hermana lleva bailando flamenco desde pequeña y ha sido siempre el tipo de falda que ha utilizado. Además suelen hacer un cuerpo muy bonito al no ser tan ajustadas, no?
Yo me compré un traje de flamenca vintage auténtico setentero en el mercadillo el jueves. Es una preciosidad con metros de garrucha roja bajo el volante bajero de la falda. La tela está un poco desvalida¿ Hay forma de restaurarlo? ¿Que opinas de usar vestidos auténtico vintage para la feria de Sevilla?
Hola Sara!
Se podría “restaurar” pero realmente imagino que si la tela está en mal estado habría que desmontarlo entero y volver a hacerlo. Sin verlo es imposible que te dé algún consejo válido.
Mi opinión sobre usar trajes auténticos es que ojalá se hubieran conservado más vestidos de generaciones anteriores y se vieran hoy día por cualquier feria. Seguro que no pasarían desapercibidos.
¡Gracias por tu comentario!